La catarata de patéticas declaraciones de políticos y opinólogos durante la tarde de ayer y la mañana de hoy es la habitual reacción a cualquier catástrofe por parte de las sociedades latinas: todo el mundo sabe desde el primer momento qué ha pasado, por qué ha pasado y cómo se tenía que haber evitado.
Yo modestamente confieso que no tengo la menor idea de por qué descarriló el tren de Metrovalencia ayer en las proximidades de la estación de Jesús. Lo único que sé es que todos los que han afirmado que:
1) se rompió una rueda,
2) se derrumbó el túnel,
3) saltaron chispas y hubo un incendio,
4) hubo un atentado,
5) hubo un choque frontal con otro convoy,
6) la red de metro no es realmente un metro y las vías son distintas,
7) en las líneas con conducción automática no hay accidentes
u 8) cada día el tren se tambaleaba en ese punto y todo el mundo sabía que en cualquier momento descarrilaría,
son una panda de caraduras que juegan a especular mientras contemplan indiferentes el dolor ajeno.
Yo modestamente confieso que no tengo la menor idea de por qué descarriló el tren de Metrovalencia ayer en las proximidades de la estación de Jesús. Lo único que sé es que todos los que han afirmado que:
1) se rompió una rueda,
2) se derrumbó el túnel,
3) saltaron chispas y hubo un incendio,
4) hubo un atentado,
5) hubo un choque frontal con otro convoy,
6) la red de metro no es realmente un metro y las vías son distintas,
7) en las líneas con conducción automática no hay accidentes
u 8) cada día el tren se tambaleaba en ese punto y todo el mundo sabía que en cualquier momento descarrilaría,
son una panda de caraduras que juegan a especular mientras contemplan indiferentes el dolor ajeno.