lunes, julio 31, 2006

¡Ha arreglado el problema catalán!


A veces ocurre que el contenido más importante de un discurso es lo que no aparece en el discurso. O lo que subyace en el discurso. O aquello que es comentado de pasada, evitando sumergirse en el verdadero significado de las palabras.

Las elipsis y los sobreentendidos son una de las más recurrentes costumbres de los escribidores nacionalistas. En los últimos años, existe otro tipo de escribidor, que es el que se caracteriza por su condescendencia con los nacionalistas, y es muy curioso leer sus afirmaciones que no afirman, sus frases que rodean los conceptos que no existen, sus palabras mágicas que tapan en lugar de descubrir.

Martí Saballs, a quien no tengo el gusto de conocer, escribe en su blog de Expansión que The Economist elogia al presidente Rodríguez, ese faro ideológico de la prensa económica desde que dedicó dos tardes a distinguir entre progresividad y regresividad fiscal. Lo que me llama la atención es este párrafo en el que aparece un sintagma de pasada, casi sin querer, subliminal, breve:


"Modelo de Estado: Ha arreglado el problema catalán gracias al Estatut"


Quizás ese Martí Saballs sabe qué es el problema catalán, pero yo lo desconozco. ¿Qué problema catalán ha resuelto el Estatut? Es decir, ¿cuál es el problema catalán? Escribir de pasada sobre ello, simplemente nombrándolo sin especificar nada, es dar por supuesto que el lector sobreentiende cuál es el problema catalán. Y esta es una elipsis habitual, como digo, en los escribidores nacionalistas y en los muñidores nacionalistas.

Tratar de rasgar un poco en el texto y pensar en qué consiste el problema catalán puede llevarnos a concluír que no existe ninguno. Si aprobar el Estatuto es arreglar el problema, debemos pensar que el problema catalán eran las demandas supuestamente insatisfechas de los nacionalistas: pero las reivindicaciones de un nacionalista no pueden ser un problema para los demás, en todo caso serán un problema de él.

El día que Martí Saballs se dé cuenta de que los nacionalistas no tienen problemas sino que el problema son ellos, daremos un gran paso adelante. El día que The Economist ya no publique esas estupideces, quizá yo pueda pensar que la prensa extranjera no es como la española. Y el día que los ciudadanos sean conscientes de que el provincianismo más rancio solventador de problemas conduce al empobrecimiento cultural, económico, intelectual y hasta moral, quizás vivamos en un país normal en el que no es posible imaginar la invasión de una pista de aterrizaje.