lunes, septiembre 11, 2006

Cosas del "tejido asociativo"


No hace muchos años, al coger el tren de cercanías en Barcelona-Sants en sentido Hospitalet, cualquiera podía ver, nada más abandonar la estación y salir a la superficie, carteles reivindicativos en los edificios de la derecha. Todos iguales: "Soterrament JA!", soterramiento ya.

Los vecinos de la calle Antoni de Campmany del barrio de Sants tenían sus fachadas llenas de pancartas exigiendo el cubrimiento de las seis vías que tenían delante. Poco importa que las vías lleven ahí bastantes más décadas que cualquiera de los que mora por allí y que, por lo tanto, cuando compraron o alquilaron supieran perfectamente lo que tenían delante. Ahora está de moda pedir que se tape el tren porque hace muchísimo ruido (podíamos soterrar la Diagonal también, ¿no?), aunque en lugares como Amsterdam, o en localidades tan cercanas como Jerez de la Frontera trenes, tranvías, coches y edificios convivan perfectamente, sin complicaciones técnicas ni raras operaciones urbanísticas.

Por motivos estrictamente técnicos, es imposible soterrar la vía del tren a su paso por Sants: la ya soterrada ronda del Mig, la Riera Blanca, las dos líneas de metro que pululan por la zona y unas canalizaciones subterráneas de agua lo hacen absolutamente inviable. Pero esa cosa monstrenca llamada tejido asociativo, que no es otra cosa que la presión vecinal en torno a asociaciones subvencionadas, paralelas al sistema representativo y que constituyen una especie de democracia orgánica, insistió una y otra vez en que había que tapar las vías.

Pues muy bien, ahora se van a cubrir. Y cuando uno abandona la estación de Sants en sentido Hospitalet, ve nuevamente carteles: No al calaix! O sea, no al cajón. En efecto: querían tapar las vías, y las van a tener tapadas. Un cajón de hormigón de varios metros de alto cubrirá toda la infraestructura ferroviaria, y llegará aproximadamente hasta el tercer o cuarto piso de los edificios.

El tren dejarán de verlo, que es lo querían, aunque sea a cambio de tener la luz encendida en casa todo el día. Apuesto a que de aquí a cuatro o cinco años aparecen nuevas pancartas exigiendo que se retire el cajón de hormigón para tener más luminosidad en la zona.