El especialista en geopolítica internacional, Pepiño Blanco, explica que le parece muy bien que el Papa pida perdón por ofender a los musulmanes. Le parece muy bien pero, al igual que la inmensa abrumadora mayoría de muñidores que llevan 72 horas diciendo que está bien que el Papa rectifique, no tiene ni pajolera idea de qué dijo el Papa. En su cuaderno no dedica ni una línea a destacar sus palabras. En los enlaces que proporciona tampoco.
¿Qué narices ha dicho Ratzinger, que haya resultado tan ofensivo para los mahometanos? El Papa dijo algo tan evidente y asumible que hasta un ex chico de los recados como Pepiño puede suscribir: no se debe matar en nombre de Dios. No puede haber musulmanes que, en nombre de Alá, den muerte al infiel. Algo tan impepiñable como reprobar el terrorismo de raíz religiosa ha suscitado la ira de, supuestamente, toda la comunidad musulmana mundial.
Al igual que en el caso de las viñetas danesas, no se trata de una ofensa contra un determinado credo. Se trata de una defensa de la libertad. Dicen que el Papa tiene que retractarse más para rebajar los ánimos. Los ánimos de sujetos que, por lo visto, admiten que se pueda matar en nombre de su Alá. Cada vez que los pepiños afirman que hay que apaciguar los ánimos, admiten que la ira de los musulmanes tiene causas. O sea, causas justas.
¿Qué narices ha dicho Ratzinger, que haya resultado tan ofensivo para los mahometanos? El Papa dijo algo tan evidente y asumible que hasta un ex chico de los recados como Pepiño puede suscribir: no se debe matar en nombre de Dios. No puede haber musulmanes que, en nombre de Alá, den muerte al infiel. Algo tan impepiñable como reprobar el terrorismo de raíz religiosa ha suscitado la ira de, supuestamente, toda la comunidad musulmana mundial.
Al igual que en el caso de las viñetas danesas, no se trata de una ofensa contra un determinado credo. Se trata de una defensa de la libertad. Dicen que el Papa tiene que retractarse más para rebajar los ánimos. Los ánimos de sujetos que, por lo visto, admiten que se pueda matar en nombre de su Alá. Cada vez que los pepiños afirman que hay que apaciguar los ánimos, admiten que la ira de los musulmanes tiene causas. O sea, causas justas.