miércoles, septiembre 27, 2006

Hay días en que uno se siente especialmente rodeado de provincianos


Qué patético resulta seguir desde Cataluña las reacciones a la presentación de los Presupuestos Generales del Estado.

Los nacionalistas de todos los partidos están pendientes de verificar si las inversiones presupuestadas en infraestructuras en Cataluña representan un 18% de las inversiones totales presupuestadas para toda España, ya que el Estatuto de autonomía (en absoluto inconstitucional, dicen, pese a que exhorte al resto de España cuánto tiene que gastarse en cada sitio) estipula que el gasto porcentual en infraestructuras debe corresponder a la proporción catalana en el PIB español.

Da vergüenza ajena. ¡A mí qué más me da que se gasten treinta millones de euros en desdoblar una carretera en Manlleu o en Villanueva del Cáncamo! Sólo desde una región en decadencia se puede plantear pueblerinamente el reparto de las inversiones de los PGE, en lugar de discutir si es bueno que haya más o menos gasto público, si se han planteado o no medidas para controlar la inflación desbocada, si las estimaciones de crecimiento económico para 2007 son realistas o no. Sólo un indigente intelectual como Artur Mas, cuya mayor contribución previa a su entrada en política fue ser un directivo del casino de Barcelona, puede creer que a los catalanes no nos va bien que se invierta en infraestructuras en el resto de España. Sólo una sociedad con los clichés políticos inoculados hasta la médula puede permanecer impasible ante el desfile de idiotas que campan a sus anchas estos días en los primeros carteles electorales.


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Carteles electorales que, por cierto, ya copan las estaciones de metro. De momento tenemos a Montilla, con un atrayente Hechos, no palabras y al candidato Ceaucescu, Joan Saura, que nos asegura que Hay una forma inteligente de ser de izquierdas. Hay que ver la imaginación que le echan; después de treinta años de democracia los eslóganes electorales comienzan a escasear y hay que colgar cualquier afirmación que, junto la foto de algún otro candidato, quizás serían aceptables, pero hombre, José Montilla no se ha caracterizado positivamente nunca ni por sus hechos, ni por sus palabras.