Leemos en La Voz de Galicia que el consejeiro de Presidencia del gobierno gallego anda tras la pista de falsos ecologistas que liberaron ayer a más de quince mil visones en tres granjas coruñesas de forma coordinada y simultánea. La cosa parece ser obra del autodenominado Frente de Liberación Animal, que dice tener como objetivo hundir a los peleteros.
Invadir propiedades privadas y soltar por las pedanías coruñesas de forma descontrolada a quince mil animales carnívoros hambrientos no parece una actitud muy encomiable, en efecto. Pero no entiendo por qué La Voz de Galicia tacha a los autores de semejante estupidez de falsos ecologistas. No señores. No son falsos ecologistas: son ecologistas a secas, son personajes que llevan hasta las últimas consecuencias sus ideas, muy a menudo superficiales, equivocadas y contraproducentes, sobre temas medioambientales y ecológicos.
El adjetivo falsos responde al socialdemócrata intento de mitigar los daños y edulcorar la causa ecologista, cuando en realidad aquí no hay ningún falso activista medioambiental sino un grupo de perfectos, transparentes y sinceros ecolojetas. Los que hace décadas lograron la prohibición del DDT eran ecologistas, nada de falsos, por muy absurda, indignante y antiecológica que resultara tal prohibición. Los que urden alambicadas hipótesis y teorizan sobre modelos climáticos preconcebidos no son falsos ambientalistas sino, a lo sumo, buenos profesionales de la plática.
Esa adulación permanente y gratuita del movimiento ecologista que se adivina en ese "falsos" sólo puede obedecer a dos motivos: 1) que el escribidor sea un falso periodista o 2) que la Xunta esté, ciertamente, convencida de que sí hay una farsa y que detrás de todo hay una trama de peperos despechados, como secuela a la oleada de incendios veraniega.
Invadir propiedades privadas y soltar por las pedanías coruñesas de forma descontrolada a quince mil animales carnívoros hambrientos no parece una actitud muy encomiable, en efecto. Pero no entiendo por qué La Voz de Galicia tacha a los autores de semejante estupidez de falsos ecologistas. No señores. No son falsos ecologistas: son ecologistas a secas, son personajes que llevan hasta las últimas consecuencias sus ideas, muy a menudo superficiales, equivocadas y contraproducentes, sobre temas medioambientales y ecológicos.
El adjetivo falsos responde al socialdemócrata intento de mitigar los daños y edulcorar la causa ecologista, cuando en realidad aquí no hay ningún falso activista medioambiental sino un grupo de perfectos, transparentes y sinceros ecolojetas. Los que hace décadas lograron la prohibición del DDT eran ecologistas, nada de falsos, por muy absurda, indignante y antiecológica que resultara tal prohibición. Los que urden alambicadas hipótesis y teorizan sobre modelos climáticos preconcebidos no son falsos ambientalistas sino, a lo sumo, buenos profesionales de la plática.
Esa adulación permanente y gratuita del movimiento ecologista que se adivina en ese "falsos" sólo puede obedecer a dos motivos: 1) que el escribidor sea un falso periodista o 2) que la Xunta esté, ciertamente, convencida de que sí hay una farsa y que detrás de todo hay una trama de peperos despechados, como secuela a la oleada de incendios veraniega.