Queda acreditado de una vez por todas que soy un pésimo futurólogo. No me he equivocado demasiado en el resultado de las elecciones catalanas, pero sí en el color del nuevo gobierno. Auguraba una sociovergencia, y me cuentan que todo apunta a que el estelar José Montilla pretende presidir un nuevo gobierno tripartito de la mano de Joan Puigcercós y Joan Saura, colocando a Carod Rovira como presidente del Parlament, dándole una patada hacia arriba, que es como se suelen dar las patadas en política. De todas formas, no es la primera vez que yerro: los socialistas siempre superan mi capacidad de prospección.
Si el tripartito Maragall-Carod-Saura ha resultado ser peripatético y chiripitifláutico, lo peor debe estar por llegar con un cóctel con ingredientes como el corrupto Montilla, el defensor de terroristas Puigcercós y el Tirano Saura. Lo único que me alegra del posible futuro gobierno es que, por fin, tras unos cuantos meses de chulería post pacto de la Moncloa, Artur Mas va a perder su sonriente tez (tan pronto descubra que pasa a ser el último traicionado por Rodríguez Zapatero).
Si el tripartito Maragall-Carod-Saura ha resultado ser peripatético y chiripitifláutico, lo peor debe estar por llegar con un cóctel con ingredientes como el corrupto Montilla, el defensor de terroristas Puigcercós y el Tirano Saura. Lo único que me alegra del posible futuro gobierno es que, por fin, tras unos cuantos meses de chulería post pacto de la Moncloa, Artur Mas va a perder su sonriente tez (tan pronto descubra que pasa a ser el último traicionado por Rodríguez Zapatero).