miércoles, febrero 16, 2005

La era de la mediocridad


Uno de los postulados de Murphy, hasta ahora nunca refutado, afirma que las más altas cotas de incompetencia tienden a copar la parte superior de la pirámide del poder. Hay mediocres que se comprometen a eliminar la energía nuclear (tal vez dejándome sin trabajo), mediocres que balbucean sobre el deficit fiscal catalán, mediocres que afirman que para saber que la Constitución Europea es buena no hace falta leerla, y mediocres también que profetizan el aumento del nivel del mar y de la temperatura en verano de aquí a 100 años.

La ministra Cristina Narbona pertenece a este último grupo de mediocres. La esposa del examigo de Huguet y Aguiar ha proclamado la llegada de catástrofes y calamidades por culpa del cambio climático. Sorprende la precisión con la que sus asesores pueden calcular el incremento de temperatura para el año 2100; sorprende también que en la actualidad haya olas de un metro de altura sin destrucción conocida de playas, y que de aquí a unos decenios olas de dos metros sí puedan destruírlas.

El problema no es ese. El problema es que desde la cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992, subsiste un bulo en nuestra sociedad. Un bulo de las mismas dimensiones que los avistamientos de platillos volantes (¿cómo vuela un objeto en forma de platillo?) o que un supuesto número zoofílico con Ricky Martin presente en una edición de Sorpresa, sorpresa. Y la trola, en este caso, consiste en afirmar que el clima de nuestro planeta está cambiando, sin evidencias taxativas ni convincentes al respecto.

Yo estoy intelectualmente abierto a discutir si la acción humana modifica significativamente la temperatura de la Tierra y si una variación de temperatura implica un aumento del nivel del mar, cosa que en absoluto veo ni demostrada, ni clara, ni predecible a 100 años vista. Mientras tanto, me permito sugerirle a la ministra Narbona tres cosas: 1) Considere la posibilidad de estar padeciendo una esquizofrenia pepiñoide. 2) Contribuya a la ecológica virtud de la no contaminación atmosférica suprimiendo de sus sueños las oníricas desaladoras. 3) Repare en el manifiesto de Heidelberg sobre el cambio climático, firmado por 4000 científicos de 106 países.