En democracia, tras un cambio político en el que un partido es reemplazado por otro generalmente de signo contrario, es de suponer que el nuevo gobierno trae cierto impulso, voluntad de hacer reformas, planteamientos que traten de combatir las eventuales problemáticas, etcétera. Sin embargo, entre las asombrosas características psicosomáticas del gobierno español, que en breve cumplirá un añito, se encuentra la parálisis legislativa.
Curiosamente, dicha afección viene acompañada de un ansia inmoderada de autobombo propagandístico. ZP trata de hacer creer a la ciudadanía que su gobierno ha llevado a cabo múltiples reformas, que su actividad legislativa es galopante, que los nuevos retos que va planteando el día a día son abordados de forma rigurosa, responsable y previsora. ¿Pero en realidad qué tenemos?
Nada de nada. El viernes pasado, la vicepresidenta del Gobierno y el ministro de Economía dieron una rueda de prensa tras el consejo de ministros en los que explicaron con todo lujo de detalles todo lo que el gobierno no había aprobado. Sin ruborizarse, Solbes glosó durante varios minutos la bondad de las nuevas medidas económicas que iban a contribuir a la liberalización de algunos sectores estratégicos, así como mantener el ritmo de creación de empleo y aumentar la productividad. Lástima que todo lo que aparezca después en el Boletín Oficial del Estado sea una declaración de intenciones sin ninguna medida efectiva que se vaya a llevar a la práctica.
Así, entre los numerosos aspectos del estilo de gobernar ZP está el asegurar que se aprueban medidas que no llegan a ver la luz, mientras que los únicos proyectos de ley que sí se aprueban con desenfreno desmedido son la reforma del sistema de votación en el Consejo Superior del Poder Judicial y los intentos de emisión en abierto de Canal Plus. Pero qué jeta.
Curiosamente, dicha afección viene acompañada de un ansia inmoderada de autobombo propagandístico. ZP trata de hacer creer a la ciudadanía que su gobierno ha llevado a cabo múltiples reformas, que su actividad legislativa es galopante, que los nuevos retos que va planteando el día a día son abordados de forma rigurosa, responsable y previsora. ¿Pero en realidad qué tenemos?
Nada de nada. El viernes pasado, la vicepresidenta del Gobierno y el ministro de Economía dieron una rueda de prensa tras el consejo de ministros en los que explicaron con todo lujo de detalles todo lo que el gobierno no había aprobado. Sin ruborizarse, Solbes glosó durante varios minutos la bondad de las nuevas medidas económicas que iban a contribuir a la liberalización de algunos sectores estratégicos, así como mantener el ritmo de creación de empleo y aumentar la productividad. Lástima que todo lo que aparezca después en el Boletín Oficial del Estado sea una declaración de intenciones sin ninguna medida efectiva que se vaya a llevar a la práctica.
Así, entre los numerosos aspectos del estilo de gobernar ZP está el asegurar que se aprueban medidas que no llegan a ver la luz, mientras que los únicos proyectos de ley que sí se aprueban con desenfreno desmedido son la reforma del sistema de votación en el Consejo Superior del Poder Judicial y los intentos de emisión en abierto de Canal Plus. Pero qué jeta.
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Cortesías para la bitácora de LD y para el señor Alberto Escudero, por el hallazgo de Caja San Fernando.