A mí me parece perfecto que una empresa cualquiera formalice o rescinda contratos publicitarios con deportistas patrocinados. Es decisión suya y nada hay que objetar. Lo curioso de lo de Kelme y Oleguer es que nadie sabía que esa marca patrocinara al futbolista comprometido (o sea, megaprogre), y que ha resultado un grandísimo acierto a efectos de mercadotecnia. Venderán más.