La amnesia es una de las patologías mentales más temidas: la memoria se vuelve falible, eventualmente selectiva; no obstante, en los casos leves, este cuadro es temporal, felizmente no irreversible.
Por lo visto, es este el cuadro psicológico que presenta esta semana un sector de la clase política española, con su presidente a la cabeza. Recordarán ustedes, porque están sanos, aquellos años tan divertidos en que la progresía cercaba las sedes del partido en el gobierno protestando contra la política belicista, la época en que Zapatero evocaba sus gráciles proclamas antimilitaristas por la cooperación internacional, aquel tiempo del No más sangre por petróleo. Y hete aquí que ZP acuerda la construcción de barcos de guerra y aviones de transporte para su posterior venta a la democracia venezolana, expeliendo así el contrato de mayor volumen de la historia de España en términos militares, a cambio de un trato comercial preferente para la petrolera española Repsol. El mismo día, por cierto, que el representante del partido socialista de Venezuela se niega a entrevistarse con Zapatero por considerar que ha traicionado a sus coetáneos de Caracas, al apoyar al caudillín.
Recordarán también a esa adláter del pensamiento contemporáneo, Carmen Chacón, la chica de Montilla en la mesa del Congreso, criticando la Ley de Calidad de la Enseñanza impulsada por el PP, calificándola de segregadora y cruel por obligar a repetir curso a los que suspendieran más de dos asignaturas en Secundaria y por reinstaurar la reválida como prueba final de Bachillerato. Segregadora y cruel, y oh sorpresa, va la ministra del ramo y presenta hoy una ley en virtud de la cual habrá dos reválidas.
Esta pérdida temporal de memoria no afecta sólo al presidente Rodríguez y a la Chacón, no. Los pacifistas de cuota y los pedagogos han perdido también la facultad de protestar contra unas medidas que hasta no hace tanto eran regresivas, reaccionarias, segregadoras, opresivas, y no sé qué narices más. Así que amnesia generalizada. Me permito desearles a todos una pronta recuperación y una cara menos dura.
Por lo visto, es este el cuadro psicológico que presenta esta semana un sector de la clase política española, con su presidente a la cabeza. Recordarán ustedes, porque están sanos, aquellos años tan divertidos en que la progresía cercaba las sedes del partido en el gobierno protestando contra la política belicista, la época en que Zapatero evocaba sus gráciles proclamas antimilitaristas por la cooperación internacional, aquel tiempo del No más sangre por petróleo. Y hete aquí que ZP acuerda la construcción de barcos de guerra y aviones de transporte para su posterior venta a la democracia venezolana, expeliendo así el contrato de mayor volumen de la historia de España en términos militares, a cambio de un trato comercial preferente para la petrolera española Repsol. El mismo día, por cierto, que el representante del partido socialista de Venezuela se niega a entrevistarse con Zapatero por considerar que ha traicionado a sus coetáneos de Caracas, al apoyar al caudillín.
Recordarán también a esa adláter del pensamiento contemporáneo, Carmen Chacón, la chica de Montilla en la mesa del Congreso, criticando la Ley de Calidad de la Enseñanza impulsada por el PP, calificándola de segregadora y cruel por obligar a repetir curso a los que suspendieran más de dos asignaturas en Secundaria y por reinstaurar la reválida como prueba final de Bachillerato. Segregadora y cruel, y oh sorpresa, va la ministra del ramo y presenta hoy una ley en virtud de la cual habrá dos reválidas.
Esta pérdida temporal de memoria no afecta sólo al presidente Rodríguez y a la Chacón, no. Los pacifistas de cuota y los pedagogos han perdido también la facultad de protestar contra unas medidas que hasta no hace tanto eran regresivas, reaccionarias, segregadoras, opresivas, y no sé qué narices más. Así que amnesia generalizada. Me permito desearles a todos una pronta recuperación y una cara menos dura.