martes, marzo 15, 2005

Hace un año (y V)


La infausta noche del 14 de marzo de 2004 acabó con una frase lapidaria: "El poder no me va a cambiar". En efecto, el poder no le ha cambiado. La misma irresponsabilidad, la misma vacuidad conceptual, el mismo desconocimiento de la función pública, el mismo Zapatero, en definitiva.

Durante el último año, hemos asistido al lamentable espectáculo que ofrece un presidente que no sabe nada, pero nada de nada. Ninguna medida económica aprobada en un año de gobierno. Ninguna iniciativa política conocida, más allá de golpes de imagen y asuntos de consenso generalizado. Capacidad sobradamente probada para ponerse de lado ante cualquier problema, y dejar que escampe. Eslóganes. Sonrisas. Un plebiscito. Y demagogia, mucha demagogia. Ni una mala palabra, ni una buena acción.

Zapatero llegó al poder mintiendo, acusando de mentiras al gobierno anterior, cuando no hubo nadie más sincero que el gobierno entre el 11 y el 14 de marzo. Zapatero permanece en el poder engañando, faltando a la verdad cuando dice que no ha habido ninguna presión gubernamental para intentar relevar a la dirección de empresas privadas como el BBVA o Aldeasa. Zapatero afirma que tiene un modelo de Estado muy clarito, sin que nadie lo conozca. Zapatero sabe cómo afrontar una posible subida de tipos de interés en Estados Unidos, aunque nadie haya oído acerca de su fórmula mágica. Zapatero anuncia mayor libertad económica mientras se apresura a regular los horarios comerciales. Zapatero sólo balbucea bobadas y, mientras tanto, poca gente está interesada en decir que el emperador va desnudo. Ese más cómodo tumbarse al Sol progresista, que más calienta.

El poder no me va a cambiar. Nada más cierto. Viviendo sobre una farsa, y tan felices todos.