sábado, marzo 19, 2005

Siempre a la vanguardia


Cuando los experimentos no coinciden con la teoría, peor para los experimentos. Este axioma murphiano es plenamente aplicable a la permanente negación de la realidad en que viven los insaciables buscadores de utopías errantes, sujetos cuyo objetivo en la vida es estar encantados de haberse conocido pensando que trabajan por un mundo supermegabondadoso y progre y guay, pese a que sus planteamientos operan en realidad en la dirección diametralmente opuesta. Hoy ha habido una gran concentración de representantes de partidos de izquierda, sindicatos y grupos antiglobalizadores de toda Europa (o sea, representantes toda la Europa que vive del cuento) en Bruselas, contra las políticas liberalizadoras de la UE y a favor "de una Europa más social".

Afortunadamente, cualquiera que sea intelectualmente honesto sabe que la retórica de lo social es sólo una tremenda estafa, un parapeto atractivo y amable tras el que se ocultan la ignorancia, la creencia de que las cosas no cuestan esfuerzo y el desprecio a la libertad individual. Las políticas liberales en Europa, que muy poco a poco van desplegándose por los países de la Unión, proporcionan una verdadera prosperidad, y no la de boquilla, a los ciudadanos, promoviendo la iniciativa privada, permitiendo la creación de riqueza y empleo y desenganchando a los vagos de la ubre aparentemente inagotable de papá Estado.

José María Fidalgo y Cándido Méndez, dos de los máximos exponentes del aboñigamiento público y liberticida en nuestro país, han estado en la protesta, en contra de las medidas liberalizadoras. ¿Hacen falta más motivos para estar a favor?