jueves, agosto 25, 2005

La comedia de enredo


Lejos de preocupaciones mundanas tales como la creación de empleo o la deuda del sistema sanitario, la vida política catalana continúa su enrevesado serial con la reforma del Estatut [que nunca se culminará] como telón de fondo.

Ya llegan ahora los enfrentamientos internos entre los socialistas. Ya tocaba: cuando el Pepiño suena, agua lleva. El secretario de organización y comunicación del PSOE, que ni organiza ni comunica, ha comenzado a llamar la atención al presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, quien continúa en su camino desesperado hacia en medio de ninguna parte, de espaldas al aparato de su partido dentro y fuera de Cataluña, de sus votantes y de todos los ciudadanos de Cataluña que consideran que es propio de enfermos mentales discernir si nuestra comunidad autónoma es o no una nación o si los derechos históricos son realmente históricos o bien histéricos.

El nacionalismo comporta curiosos efectos en todo el córtex cerebral, y uno de ellos son las percepciones alucinógenas de la realidad. Ante los toques de atención del inefable Pepiño, es probable que Maragall reaccione con alguna de sus habituales frases autosubsistentes tales como "Després de la crisi, el tripartit en sortirà reforçat" o bien alguna nueva identificación con las mujeres maltratadas. Me permito sugerirle al exalcalde de Barcelona que como contribución patriótica a la estabilidad de Cataluña prolongue sus vacaciones en la Costa Brava una temporadita más, al menos mientras en la cúpula del PSOE deciden si le vuelven a presentar como candidato a la Generalitat a él y a toda su pandilla de freaks o bien optan por José Montilla para quedar así al borde de la mayoría absoluta.


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Abro Google News, miro los titulares descontextualizados y leo: "Europa entraña dificultades, pero somos optimistas".

Adivinen quién lo ha dicho.