Si no yerro, Orense es la provincia española con mayor número de pedanías. Multitud de diminutos aglomerados de tres o cuatro casas es el paisaje que se repite por toda la provincia. La población es mayoritariamente humilde, hay muy poca industria y muchísima gente vive aún del minifundio.
Orense es quizás, junto con buena parte del campo andalú y de la nación extremeña, uno de los enclaves españoles del caciquismo por antonomasia. Es la provincia gallega y una de las demarcaciones españolas con mayor porcentaje de voto al Partido Popular, e ideológicamente ahí distinguimos dos tipos de votante del PP: 1) los humildes habitantes de las aldeas, conservadores por tradición familiar, pequeños agricultores, de escasos recursos y en muchas ocasiones con algún amiguete preboste municipal, a su vez conectado con el capitoste provincial José Luis Baltar, y 2) algunas pequeñas grandes fortunas, que en su juventud emigraron a Suiza o Alemania, trabajaron mucho, trabajaron todavía más, amasaron un dineral y regresaron a su Orense natal para vivir de sus merecidas rentas o montar algún negocio tranquilo. Hay dos tipos más de votantes del PP, que en Orense son inexistentes: los liberales antiprogresistas y la religious right.
Los dos ejemplos antagónicos de los dos tipos de peperos orensanos son los municipios de Beade y Avión. El alcalde de Beade, Senén Pousa, ostenta el dudoso honor de ser el único político conocido que sigue promoviendo cada año una misa en memoria del general Franco mientras numerosos vecinos de su pueblo están sin agua en casa desde hace meses, pero nadie se atreve o quiere quejarse demasiado; el caso es que cada cuatro años el mocetón Pousa, de apenas 70 y tantos años de edad, sigue arrasando con mayorías búlgaras. En Avión, pueblo que se encuentra en medio del culo del mundo, es muy frecuente ver Maseratis desfilando por las estrechísimas pistas forestales de la zona y mansiones de tropecientos metros cuadrados, propiedad de gente que ha pasado media vida currando en el extranjero.
Sólo hay dos municipios importantes con progres campando por ahí: Carballiño, un lugar cercano al límite con Pontevedra en el que no se sabe muy bien por qué los socialistas consiguen hasta el 60% de los votos, y Allariz, localidad donde a finales de los 80 Anxo Quintana hizo sus primeros pinitos como representante de la gauche caviar post-68, echando literalmente del pueblo al alcalde tras una revuelta popular asamblearia. Dicho sea de paso, nos podemos ir haciendo una idea del respeto a la instituciones del que puede hacer gala en algún momento el tal Quintana como vicepresidente del gobierno autonómico si en algún momento encuentra algo que no le guste.
A mí Orense no me gusta demasiado: calor seco en verano, frío inmoderado en invierno, grandes extensiones llanas al sur de la provincia, montañitas feas que complican las comunicaciones al norte y mucha gente cotilla por ahí suelta. Lo único interesante en la capital es la majestuosa estación de ferrocarril y las fuentes del centro, con agua a una temperatura no muy agradable para estas fechas.
Orense es quizás, junto con buena parte del campo andalú y de la nación extremeña, uno de los enclaves españoles del caciquismo por antonomasia. Es la provincia gallega y una de las demarcaciones españolas con mayor porcentaje de voto al Partido Popular, e ideológicamente ahí distinguimos dos tipos de votante del PP: 1) los humildes habitantes de las aldeas, conservadores por tradición familiar, pequeños agricultores, de escasos recursos y en muchas ocasiones con algún amiguete preboste municipal, a su vez conectado con el capitoste provincial José Luis Baltar, y 2) algunas pequeñas grandes fortunas, que en su juventud emigraron a Suiza o Alemania, trabajaron mucho, trabajaron todavía más, amasaron un dineral y regresaron a su Orense natal para vivir de sus merecidas rentas o montar algún negocio tranquilo. Hay dos tipos más de votantes del PP, que en Orense son inexistentes: los liberales antiprogresistas y la religious right.
Los dos ejemplos antagónicos de los dos tipos de peperos orensanos son los municipios de Beade y Avión. El alcalde de Beade, Senén Pousa, ostenta el dudoso honor de ser el único político conocido que sigue promoviendo cada año una misa en memoria del general Franco mientras numerosos vecinos de su pueblo están sin agua en casa desde hace meses, pero nadie se atreve o quiere quejarse demasiado; el caso es que cada cuatro años el mocetón Pousa, de apenas 70 y tantos años de edad, sigue arrasando con mayorías búlgaras. En Avión, pueblo que se encuentra en medio del culo del mundo, es muy frecuente ver Maseratis desfilando por las estrechísimas pistas forestales de la zona y mansiones de tropecientos metros cuadrados, propiedad de gente que ha pasado media vida currando en el extranjero.
Sólo hay dos municipios importantes con progres campando por ahí: Carballiño, un lugar cercano al límite con Pontevedra en el que no se sabe muy bien por qué los socialistas consiguen hasta el 60% de los votos, y Allariz, localidad donde a finales de los 80 Anxo Quintana hizo sus primeros pinitos como representante de la gauche caviar post-68, echando literalmente del pueblo al alcalde tras una revuelta popular asamblearia. Dicho sea de paso, nos podemos ir haciendo una idea del respeto a la instituciones del que puede hacer gala en algún momento el tal Quintana como vicepresidente del gobierno autonómico si en algún momento encuentra algo que no le guste.
A mí Orense no me gusta demasiado: calor seco en verano, frío inmoderado en invierno, grandes extensiones llanas al sur de la provincia, montañitas feas que complican las comunicaciones al norte y mucha gente cotilla por ahí suelta. Lo único interesante en la capital es la majestuosa estación de ferrocarril y las fuentes del centro, con agua a una temperatura no muy agradable para estas fechas.